martes, 17 de abril de 2018

41. "El niño Yuntero", de Miguel Hernández


Esta semana se celebra  el “Día mundial contra la esclavitud infantil”. La lucha que comenzó un día como hoy hace 16 años el pequeño Iqbal Masi.

A Iqbal Masih le arrebataron la infancia cuando empezó a trabajar con tan sólo cuatro años y le privaron de la juventud y de la madurez cuando lo asesinaron con apenas  12 años un 16 de abril de 1995.

En memoria de este niño paquistaní que alzó la voz contra la explotación de los más débiles se celebra este día. 

Miguel Hernández también denuncia el trabajo infantil en su conocido poema “El niño yuntero”.

 EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido

más humillado que bello,

con el cuello perseguido

por el yugo para el cuello.



Nace, como la herramienta

a los golpes destinado,

de una tierra descontenta

y un insatisfecho arado.



Entre estiércol puro y vivo

de vacas, trae a la vida

un alma color de olivo

vieja y ya encallecida.



Empieza a vivir, y empieza

a morir de punta a punta,

levantando la corteza

de su madre con la yunta.



Empieza a sentir, y siente

la vida como una guerra,

y a dar fatigosamente

en los huesos de la tierra.



Contar sus años no sabe

y ya sabe que el sudor

es una corona grave

de sal para el labrador.



Trabaja y mientras trabaja

masculinamente serio,

se unge de lluvias y se alhaja

de carne de cementerio.



A fuerza de golpes, fuerte,

y a fuerza de sol, bruñido,

con una ambición de muerte

despedaza un pan reñido.



Cada nuevo día es

más raíz, menos criatura,

que escucha bajo sus pies

la voz de la sepultura.



Y como raíz se hunde

en la tierra lentamente,

para que la tierra inunde

de paz y panes su frente.



Me duele este niño hambriento

como una grandiosa espina,

y su vivir ceniciento

revuelve mi alma de encina.



Lo veo arar los rastrojos,

y devorar un mendrugo,

y declarar con los ojos

que por qué es carne de yugo.



Me da su arado en el pecho,

y su vida en la garganta

y sufro viendo el barbecho

tan grande bajo su planta.



¿Quién salvará a ese chiquillo

menor que un grano de avena?

¿De dónde saldrá el martillo

verdugo de esta cadena?



Que salga del corazón

de los hombres jornaleros,

que antes de ser hombres son

y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández




Poema sugerido por María Ruiz (Dpto. Lengua y Literatura)

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