lunes, 20 de noviembre de 2017

24. Promesas rotas. Canción inglesa del s. VIII, anónima

PROMESAS ROTAS

Cuando voy a solas al Pozo de la Soledad
me siento allí y sufro mi dolor;
cuando veo el mundo y no veo a mi amado
mi dolor es inmenso.

Fue anoche cuando el perro hablaba de tí.
Eres tú el pájaro solitario que recorre los bosques.
De tí hablaba la lechuza en su profunda marisma.

Me prometiste y me dijiste una mentira:
que vendrías adonde las ovejas se juntan;
te lancé un silbido y trescientas voces
y solo encontré allí un corte balando.

Me prometiste algo que para tí era difícil:
un barco de oro bajo un mástil de plata.
Doce villas cada una con su mercado
y un magnífico patio blanco a la orilla del mar.

Me prometiste algo que no es posible:
que me regalarías guantes de piel de pez,
que me regalarías zapatos de piel de pájaro
y un vestido de la seda más cara de Irlanda.

Mi madre me ha dicho que no te hable hoy,
ni mañana, ni el domingo tampoco;
pero era ya demasiado tarde:
fue como cerrar la puerta tras el robo en la casa.

Mi corazón está tan negro como el negror del endrino,
o como el carbón del herrero en la fragua,
o como la suela de un zapato que holló salas blancas;
fuste tú quien cubrió mi vida de esa oscuridad.

Tú me has arrebato el este; me has arrebatado el oeste;
me has quitado lo que está ante mí y lo que está tras de mí;
tú me has quitado la luna; me has quitado el sol.
Tú me has quitado a Dios.

          Canción inglesa del s. VIII. Traducción de Javier Marías

Sugerido por Benicia Reyes, en recuerdo de su compañera de instituto Mª Victoria Prieto, que tanto insistió en la autoría de las mujeres en las cancioncillas líricas medievales en Europa.

Recitado en el último encuentro de profesores jubilados del Instituto Padre Suárez

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